Investigadores del IRP participan en el estudio de mejora y renaturalización del Paseo de la Malvarrosa en conjunto con otros investigadores de la UPV y el ayuntamiento.
«Dotar a Valencia de un nuevo paseo de la Malvarrosa y regenerar las playas del sur. Estos son los principales objetivos del Ayuntamiento de Valencia para impulsar una ciudad más verde y sostenible. (…) El objetivo es contar con el visto bueno del Ministerio para impulsar los proyectos y su futura ejecución.»
Antonio Gallud, investigador del Instituto Universitario de Restauración del Patrimonio, Miguel del Rey y José Serra trabajan en conjunto con el Organisme Autònom Municipal Parcs i Jardins de València (OAM) en el desarrollo del proyecto de renaturalización del paseo marítimo de la Malvarrosa, que ya se recoge en el plan especial del Cabanyal.
El nuevo borde marítimo incluye la herencia del antiguo paseo, procurando de esta manera economizar esfuerzos, pero transformando completamente su uso y lectura. Incluye la propuesta una nueva alternativa en el intercambio entre lo urbano y la naturaleza, un espacio fecundo de interacción que permita resolver aspectos de conservación y medioambientales, que hagan más sostenible el sistema, frente a los efectos adversos metereológicos o de un posible cambio climático y por supuesto, ante todo, atendiendo al uso de la ciudadanía.
El nuevo borde pretende ofrecer al ciudadano alternativas de uso diversas. Opciones nuevas de estar y de pasear, capaces de diversificar su estancia en el entorno de este nuevo borde marítimo de la ciudad. Un espacio con sombra amable, un lugar capaz de ser usado sin una condición necesariamente consumista que ofrezca espacios de ocio, estar, deporte, juego y paseo desde esta nueva perspectiva más social. A la vez que potenciar el uso de las zonas actuales de ocio, consumo y restauración.
La nueva escala del lugar se pretende construir a través de una sección que modele la propia playa y con un gradiente vegetal, herbáceo, arbustivo y arbóreo, que iniciándose en la propia playa, donde un sistema dunar estabilice o atrape de arena, controlando los movimientos de este fluido, en ocasiones con dimensiones extensas, permita la presencia de andenes de distinta anchura para el paseo en grupo o solitario, junto a zonas de deporte y con una nuevo paisaje renaturalizado de dunas, tablestacados de atrape de arena y calderas de cierta profundidad; elementos que en conjunto amenicen el paisaje con variantes de vegetación y orografía, que en un futuro podrán albergar un cierto nivel de arbolado más o menos rastrero, como en las dunas del Saler.
En la nueva escala, el gradiente aumenta de volumen e intensidad en el momento de colonizar el viejo paseo con especies de hoja caducifolia o perenne que, unidas a las actuales palmeras, permitan espacios de sombra eficaces; espacios de sombra que se apoyen a su vez con algunas pérgolas y mobiliario estratégicamente dispuesto para estar en grupos más o menos amplios, permitiendo así un paso gradual de la naturaleza a lo urbano.
Los distintos andenes se valoran con solados eficaces y en el paseo actual se sustituye la jardinería existente de setos y disposición de los bancos, con lo cual podemos ganar en transversalidad y no especialización. Evitando de esta manera la existencia de un único anden eficaz, el inmediato a la playa, como única alternativa de paseo. A su vez las zonas ajardinadas no practicables en la parte del fondo del paseo, dando a la calle de Pavía, se transforman en zonas abiertas al público, capaces de albergar zonas de pic-nic, de meriendas y cenas, con espacios de juegos de niños y zonas saludables para personas adultas o mayores. Todo ello bajo un arbolado eficaz de hoja perenne, que nos permita la sombra en el estío y el sol en invierno.