Disponible la nueva publicación del Instituto Universitario de Restauración del Patrimonio, un libro que recoge la historia del IRP a través de los diferentes ámbitos que lo conforman
Iluminar la memoria
En el Instituto Universitario de Restauración del Patrimonio (IRP) de la Universitat Politècnica de València (UPV) nos dedicamos al conocimiento, la conservación y la restauración del patrimonio cultural, especialmente del Patrimonio Cultural Valenciano, contribuyendo con ello a su salvaguarda y acrecentamiento, verdadera razón de ser de nuestro Instituto.
El preámbulo de la Ley 16/1985, del Patrimonio Histórico Español, reconoce la protección y el acrecentamiento de los bienes culturales como una “obligación fundamental”, consagrada en el artículo 46 de la Constitución y orientada a posibilitar su disfrute por parte de “un número cada vez mayor de ciudadanos”. Así mismo declara que “su valor lo proporciona la estima que, como elemento de identidad cultural, merece a la sensibilidad de los ciudadanos” y afirma que “con su disfrute se facilita el acceso a la cultura… camino seguro hacia la libertad de los pueblos”.
Por su parte, el preámbulo de la Ley 4/1998, del Patrimonio Cultural Valenciano, lo considera “una de las principales señas de identidad del pueblo valenciano y el testimonio de su contribución a la cultura universal”, y por ello trata, junto a otras acciones, de fomentar el “aprecio general” hacia él, “a través de la educación y la información, como el medio más eficaz de asegurar la colaboración social en su protección y conservación”.
Nuestra actividad se ocupa de bienes que son dignos de cuidado porque condensan significados, saberes y tradiciones. Los bienes culturales son indispensables en las sociedades humanas, pero no por su valor de cambio, sino porque desempeñan funciones esenciales en nuestra forma de ver, de entender y de estar en el mundo.
Podría decirse que los valores patrimoniales de los bienes culturales son valores de función, incluso hay quien sugiere sustituir el concepto clásico de “valor” por el de “función patrimonial”. Mientras que el concepto de valor se asocia a los objetos, el de función requiere de otros actores y, por lo tanto, se asocia también a los sujetos: a aquellos para quienes el bien significa algo. Las funciones de naturaleza patrimonial afectan siempre a grupos o a colectivos sociales y no sólo a individuos: son funciones culturales.
El patrimonio funciona, dentro de una cultura, en gran medida, por los significados que es capaz de transmitir: parte de la función patrimonial sería, desde esta perspectiva, una función-signo:
Los “significados” denotados no tienen que ver con su utilidad original (con su “razón de ser”) sino con su papel como testimonios de la historia (con su razón de “seguir siendo”). Representan la durabilidad y la permanencia de una cultura o, lo que es lo mismo, de una visión común del mundo. Su sustancia será, por tanto, la Memoria, entendida como la parte significativa de la historia para un determinado grupo o colectivo. En un mundo cambiante, los bienes patrimoniales representan el “mundo común” que persiste, que es estable, que sobrevive a las generaciones.
Los “significados” connotados son específicos de los bienes culturales y pertenecen a categorías muy concretas, tales como: el arte, la historia, la ciencia, la identidad, las ideas, las tradiciones… En definitiva, pertenecen a lo que se conoce como “cultura”.
Los “significantes”, más allá de la realidad física de los propios bienes (del referente), se sustanciarían en esas imágenes mentales que comparte una comunidad en su imaginario colectivo, y que no son sino la segmentación de su condición icónica, por la cual un grupo o sociedad afectada seleccionan los rasgos o cualidades que son pertinentes para trasmitir los significados propios de su cultura.
Viéndolo así, Restaurar los bienes culturales consistiría en recuperar, evidenciar, distinguir, realzar (iluminar) esos rasgos o cualidades pertinentes, con el propósito de facilitar su percepción, propiciando así la lectura de los significados culturales que condensan (la memoria compartida). Por tanto, podemos decir sin metáfora alguna que Restaurar es “iluminar la memoria”.
A eso nos dedicamos en el IRP, siempre con el ánimo y la responsabilidad de acrecentar la cultura que los bienes sustentan. Ese es el lema de nuestra labor y también el de esta publicación que pretende, modestamente, reseñarla.
Francisco Juan Vidal
Director del IRP/UPV