Un equipo de investigadores pertenecientes al Instituto de Restauración del Patrimonio de la UPV, dirigidos por el Catedrático Salvador Muñoz Viñas, ha llevado a cabo una exhaustiva intervención sobre el manuscrito más antiguo del Sindicato de Riegos de la Pobla de Vallbona, un documento que reúne información de gran interés histórico acerca de las costumbres y prácticas de riego de la Edad Media en Valencia.
El Sindicato de Riegos de la Pobla de Vallbona fue creado hace más de ocho siglos, y tiene bajo su responsabilidad seis acequias principales, similares a las siete del Tribunal de las Aguas de Valencia. Su funcionamiento es también parecido, pues sigue dirimiendo los contenciosos que surgen según las normas tradicionales. Junto con Ribarroja, Vilamarxant y Benaguacil, La Pobla de Vallbona fue uno de los cuatro pueblos castillo fundados durante la dominación árabe, momento de formación de las bases del sistema de irrigación que aún hoy permanece vigente.
Sobrevivió a la quema masiva de registros durante la Guerra Civil
El códice restaurado ha sobrevivido a numerosos momentos difíciles, incluyendo la quema masiva de registros que tuvo lugar en La Pobla de Vallbona durante la Guerra Civil española. Está compuesto primordialmente por hojas de papel, aunque también contiene pergamino.
Los escritos más antiguos datan de principios del siglo XIV, pero el códice contiene hojas de los siglos siguientes e incluye algunos textos en árabe que ponen de relieve la influencia que la cultura islámica todavía tenía en Valencia a finales de la Edad Media. Estos textos atestiguan las normas y costumbres vigentes a finales de la misma, y constituyen un tesoro de excepcional valor histórico, que podría ofrecer información relevante sobre la historia y funcionamiento de otro Tribunal de las Aguas valenciano.
Dañado por la propia tinta
«Por desgracia», explica Salvador Muñoz, investigador del IRP-UPV, «estos textos se solían escribir con un tipo de tinta que, en muchas ocasiones, resulta muy dañino para el papel, pues a causa de una serie de reacciones químicas oxida la celulosa del papel y termina destruyéndolo allí donde está en contacto con él. Este proceso se produce lentamente pero, con el paso del tiempo, hace que el papel se corte por donde están las líneas escritas hasta acabar fragmentándose y perdiéndose por completo».
De hecho, el manuscrito de La Pobla se hallaba en estado de ruina casi completa, pero gracias al minucioso trabajo de los técnicos del IRP-UPV se ha conseguido detener el proceso de deterioro y unir los fragmentos.
Audio con la entrevista a Salvador Muñoz en la Cadena SER